humberto rey v

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domingo, 30 de noviembre de 2014

Amor, AMOR ;Amore

Quizás lo único que nos pueda salvar en siglos venideros como especie Humana sea vivir con autenticidad y  tolerancia  esta palabra  AMOR tan tratada y  maltratada por todos.
La historia del amor se remonta a esos tiempos en que dejamos de ser la especie cambiante por evolución natural para empezar a estar influenciados por la cultura. En la prehistoria esto ocurrió hace unos 40000 años, por lo menos, cuando aparecieron las primeras manifestaciones artísticas en cuevas habitaciones de cromañones.
 Si uno mira en  un  diccionario la definición del Amor, the Love, y  L´amore  en nuestros occidentales idiomas,  es  esa  emoción que nos hace gustar, ligar  y ponerle atención a personas, ideas  y cosas.
Algo de lo cual podemos estar seguros es que en el momento en el cual aparecieron los primeros rasgos culturales apareció el amor en sus diferentes modalidades porque  es el motor del libre albedrio cualidad indispensable para definir el humanismo que nos diferencia, al menos en su calidad, de lo que sienten y valoran  las otras especies animales cercanas a nuestros genomas y biologías.
El amor de personas puede ser entre parejas, entre padres e hijos entre familiares y entre amigos y conocidos o a veces ocurre en ambientes desconocidos en una forma súbita.
Pero hay  amor por el conocimiento, amor por las ideas, por las artes y la música, por la ciencia, por el poder, la política  y un  amor místico religioso con enamoramientos de Dios como tratan de sentirlo las monjitas y los sufíes junto con los anacoretas en el desierto o en la soledad de sus celdas conventuales.
Todo amor sincero y respetuoso de los otros contribuye a crear un enriquecimiento cultural humanístico. Tenemos que defenderlo contra las intolerancias y los dogmas  para gozar de una sociabilidad y de buenas relaciones humanas.
 Este amor  ideal sería posible en una democracia que piense y deje pensar y que al hacerlo visualice las diferentes ideologías y creencias que siempre  son diferentes y variables  entre humanos.
Los seres con conciencia y mente  nos enamoramos de fenómenos naturales como las tempestades, las cataratas torrentosas, y las inmensidades ambientales llenas de preguntas sin respuesta como son los desiertos y los mares.
También  amamos lo que es capaz de fabricar el ingenio del hombre como los libros viejos llenos de filigranas, o los puentes fastuosos que han  unido sitios que parecían haberse separado para nunca jamás.
Hasta que Darwin lo expresó, se creía que estas emociones placenteras y aprobadoras ocurrían  solo en nuestra especie.
Pero los mamíferos y primates  dan muestras amorosas similares.
 A veces con la propaganda que se le hace al amor romántico y de pareja por los diferentes medios audiovisuales tendemos a creer que este es el que mejor define este vocablo.
Necesitamos amar para aprender y la inteligencia emocional nos obliga a gustar y degustar lo que deseamos para transformarlo  en creencias y volverlo  aceptable  en nuestras mentes y conciencias.
Si alguien se propusiera elaborar una escala hierarquica del amor por las personas el primer puesto se lo disputarían el amor maternal y el amor de pareja, ambos  relacionados con la obligatoriedad de reproducirnos  que a veces parece ser tan  fuerte como el afán de sobrevivir en el largo camino acaracolado que rige  la evolución y selección natural de las especies vivas.
Es innegable que con pocas excepciones el amor a las madres y de las madres por sus hijos prima en el mundo afectivo y compite por la supremacía con el amor de pareja indispensable para procrear.   La ciencia logró las inseminaciones artificiales, hace siglos  en animales y  en el siglo XX en los humanos.
Hace poco se pudo ver, mediante técnicas de resonancia magnética funcional,  que las regiones del sistema nervioso que manejan el amor romántico o de pareja y el enamoramiento coinciden en gran proporción en los núcleos amigdalinos y estriados de nuestro cerebro.
 El amor filial, maternal y paternal ligado a la reproducción y crianza tiene muchos ejemplos de su fuerza vital y puede tener que ver con la necesidad de establecer valores éticos que permita la tolerancia entre las especies vivas.
 En los animales algunas veces se  llega hasta el sacrificio de la propia vida, por defender las crías. Se requiere una dosis de lo que se denomina altruismo.
En los humanos unos  lazos amorosos  fuertes se establecen con más frecuencia entre los familiares que comparten genes que entre amigos y conocidos con los cuales no compartimos la herencia biológica.
Roberto Dunbar un  científico  investigador en los vericuetos y meandros amorosos tiene unos números que vale la pena mencionar en los aspectos personales del amor.
Él dice que cada una de las personas tiene un promedio bastante rígido,  cinco relativos  íntimos con los que se  comparte un gran porcentaje de  vivencias e ideas. De ellos tres por lo general son familiares y los otros son amigos sin relación genética con uno, pero afines en ideas, ambientes y sitios de recreacion.
Hay   quince personas (+ - ) con las que vivimos un 70% de nuestras experiencias vitales. Pueden ser  familiares o amigos. Son  personas compatibles con nosotros por herencia, por ideas, por ambientes y  creencias.
Hasta aquí se pueden llamar allegados nuestros. Con ellos nos vemos con frecuencia.
 La mayor parte de programaciones vivenciales se hacen con dicho grupo.
Un tercer plano de encuentro lo conforman los amigos de ocasiones  y la familia lejana  que algunos denominan  parentela.
 Este grupo sumaria  unas cuarenta a cincuenta personas.
El grupo humano con el cual nos relacionamos en forma esporádica es el de los conocidos, colegas y aquellos que tienen nuestras tendencias en las formas de vivir como los que tienen los mismos gustos nuestros en el comer, en las recreaciones y en la forma de ver la vida y su filosofía.
La suma de  estas personas con las que interactuamos se aproxima a (150) Es el número que se llama # de Dumbar y son las gentes con las cuales convivimos por encima de un 90% de nuestro tiempo y que en una u otra forma nos mantienen anclados emocionalmente.
El restante 10% de gentes con las que interactuamos son los otros, los desconocidos que eran irrespetados e ignorados por los clanes, tribus y familias hasta que la democracia nos ha enseñado las múltiples obligaciones que tenemos con ellos si no queremos que nuestras comunidades se compliquen y aparezcan formas de violencia.
En este número afectivo vital, aceptado por la ciencia que investiga el amor y los valores humanos, caben hombres mujeres y niños.
Algunos de los personajes que viven con nosotros pueden ser muertos que han influenciado en gran forma nuestra forma de ser ante la vida.
 Nuestros padres amados  hacen parte del número  de  Dunbar.
Las personas  que viven cerca de nuestro hogar y residencia están con más frecuencia ocupando los primeros lugares de nuestras preferencias emocionales. Los familiares y amigos muy queridos en un determinado periodo de nuestra vida se alejan de los primeros sitios en la escala a medida que pasa el tiempo y no es raro ver en este número de Dunbar variaciones de sitio tanto en la familia como en los amigos
Las ideologías, creencias y gustos  definen nuestras prioridades emocionales y esta es una de las razones por las que cualquier reunión ritual refuerza las ligazones afectivas como bien lo saben las instituciones religiosas que tienen entre sus mandatos asistir con periodicidad a sinagogas, mezquitas e iglesias tal cual sucede con la misa dominical en el catolicismo, o con los cultos del viernes en los musulmanes.
Los rituales y ceremonias acentúan la unión de las personas y por eso tienen prelación en el manejo de todo tipo de creencias.
No se puede hablar del amor sin que dejemos unos párrafos para mencionar la amistad. Es una forma amorosa generosa de ligarse emocionalmente  en donde las identificaciones por creencias e ideologías establecen los lazos de unión. El altruismo predomina sobre el egoísmo amoroso cuando de amistad se habla aunque es bueno dejar claro que en toda ligazón egoísmo y altruismo se fusionan en diferentes proporciones.
Sternberg, un estudioso investigador del amor, en 1997 propulsó  una escala amorosa triangular  para clasificar el amor de pareja según la cantidad de:
1)    Intimidad que se desee
2)    Compromiso que se busca
3)    Pasión que se logra
Si la intimidad es poca, el compromiso escaso y la pasión reducida = no hay amor
Si la pasión es fuerte, el compromiso mucho y la intimidad abunda =  el amor verdadero.
Entre estos extremos estarían el amor fatuo,  el vacío, el infatuado, el gustarse mutuamente, el amor romántico y el amor compasivo.
Aunque dicha escala se ve de tipo reduccionista no hay duda de que sería de gran utilidad en los tribunales de divorcios y es posible que sea útil para nuestros adolescentes conocerla y aplicarla  en sus clases de educación sexual.
 El amor en sus diferentes concepciones es uno de los motores claves en  la vida humana. Lo testifican  las artes que siempre lo han considerado como una fuente de inspiración, los códigos que lo legislan y controlan, las guerras que se han producido por su causa, las risas de los miles de niños que hoy viven gracias a los amores de papa y mama.
Lo testifican los 7000 billones de humanos que vivimos en este momento y los 107 billones de muertos que nos precedieron en este bello relámpago existencial  que  permite pensar y soñar mientras amamos.

Cuando falta el amor la vida se obscurece como una caverna y desde esas simas se pierde la motivación, la creatividad y la esperanza la compasión y el humanismo


Árbol

¿Porque no te mueves
Como lo hace el colibrí?.
Tus raíces
Te pegan a la tierra
Te estabilizan
Pero te impiden
Volar.
Nunca conocerás
El deseo infinito

De néctares floridos.

Creencias

Ya llegó el otoño vivencial. Las cosechas se cogieron y lo que no fue se esfumó.
 Empieza a entrar el frío de lo ignoto,  por  la piel y el espíritu  pero no puedo desarraigar  estas preguntas:
  ¿Cómo aprendí a pensar?
¿Qué  proceso  fue estratificando y acumulando  las ideas y valores humanos  que nos  caracterizan y definen?
 Como decía Heráclito en su comparación del rio que pasa con el fluir vital  cada día soy otra persona diferente  si me comparo con la de ayer.
En cada recodo  del fluir vivencial  corre un agua diferente  que aunque  tiene la formula química del agua,  a veces arrastra sales minerales de las orillas, en otras ocasiones lleva ramas que caen de los árboles, o arrastra pedazos de seres vivientes que fueron pero ya no son y cada una de estas particularidades imprimen un color y una tonalidad especifica que caracteriza cada una de las corrientes  del  humano.
 Hay dos fuerzas  que nos definen como  personas por un lado están las ciencias naturales  incluyendo la biología, química, física en donde la razón  y la ciencia y tecnología siempre tienen explicaciones  y por el otro lado  los valores humanos,  las emociones, el humor, la ternura son el otro componente de lo humano.  Allí  la razón trastabilla al tratar de someter estas características humanas no científicas  a la lógica y a la investigación aunque sean muchos los avances logrados al tratar de conectar valores humanos con nuestro sistema nervioso como lo recuerda el premio nobel en medicina 2014 sobre el GPS incorporado que se ha descubierto para nuestra orientación temporoespacial y la de otras especies.
Ese vacío en conocimientos, casi total en los animales, se disminuye a grandes pasos en los humanos pero se puede aseverar que  estamos incipientes en razonamiento y lógica. De ese faltante  aparecen mitos, leyendas, alegorías, teología y filosofías explicatorios de lo ignoto con lo ignoto que por supuesto se vuelven imposibles para la razón. 
Algunos dicen que nunca la conciencia y mente humana llegaran a conocer la verdad de  esas causas ultimas si es que existen.
No me acuerdo de lo que pensaba en el vientre de mi madre pero desde siempre guardo un grato recuerdo de ese lugar. Es posible que ese placer sea un espejismo de esos remotos momentos en que mi mirada se encontró con la  de  ella cuando  reía  de emoción por estar a mi lado en mis primeros movimientos en el planeta tierra. Ella alguna vez me contó que su leche fue mi alimento primordial en los primeros meses y la blancura de su seno fue con seguridad el primer color amoroso que impresionó  mi retina.
Mientras mi ego de aprendiz   biológico se adentraba en las acciones necesarias para sobrevivir durante  los  meses de los primeros tres  años de vida enseñándome a  comer, dormir, sentir, evitar el dolor, pedir y llorar, expulsar los rezagos de mi combustión vital, moverme, sentarme y caminar la conciencia se insinuaba y permanecía escondida porque   carecía  de facilidades para expresarse.
De esos tiempos recuerdo las historias, que por dulzura  después de pasados esos años,  relataron mis padres y familia.
Según ellos y mis recuerdos  la primera silaba  que dije a los siete meses fue Ma. Después  brotó Pa, agua y tetero.
 Desde  temprano  mezclé las emociones del afecto infantil  con las necesidades de crecer y sobrevivir con la comida y es posible que estas uniones constituyan en forma personal los primeros vínculos entre la biología evolutiva y la cultura personal.
Hay un periodo de tiempo, entre los dos y los cuatro años, cuando las frases empezaban a formar sujetos y predicados  en donde mi conciencia permaneció   obnubilada y a pesar de que se dan  remembranzas estas son confusas  en medio de neblinas y brumas.
 Aparece en mis recuerdos  de ese entonces  una linda  señora vecina de la casa familiar,  que tocaba  el piano y me sentaba en una pequeña silla de niñito a que la oyera para  acariciarme y consentirme luego de que ya no se oían las notas musicales.
Al corroborar mis  apuntes mentales lejanos y compaginarlos  con los de mi madre  coincidían. Esto sugiere que mi apertura desde el interior hacia el ambiente se dio cercano a los tres años de edad.
La casa familiar lindaba con un parque pequeño en donde volaban bandadas de palomas. Las leyendas borrosas se iniciaron  en la histórica villa del Socorro santandereano.
 Mi GPS mental  funcionaba en la conciencia hacia los tres años. Desde entonces y  hasta ahora los relojes atómicos incorporados en mi sistema nervioso central   necesarios para que  funcione una buena orientación utilizaron mis espacios consecutivos  en las aldeas, pueblos, ciudades y metrópolis donde viví, para dejarme gozar de las dimensiones  temporo espaciales.
Esos años  lejanos de la infancia estuvieron marcados por signos metafísicos que influenciaron  las primeras creencias e ideas infantiles y por supuesto la naciente y virgen lógica siempre revuelta con lo metafisico.
Los bautizos con agua bendita  borraban los pecados originales que habían sido cometidos miles de años atrás por los primeros hombres.
El año se media por efemérides religiosas que empezaban con la semana santa en donde se exaltaba al máximo el sentimiento de culpa latente en la comunidad, que había propiciado situaciones pecaminosas y terminaban en los días decembrinos donde nacía el niño Dios que al volverse hombre nos había venido a limpiar los pecados con el sacrificio de su vida humana.
 Las narraciones  sobre estos temas religiosos en donde se mezclaban ángeles de la guardia  que eran personales e intransferibles, con demonios  amenazantes que se veían más en las noches obscuras constituían los inicios sensuales   de nuestras imaginaciones infantiles hacia el reino de la fantasía y de lo invisible siempre presente en relatos y narraciones  que aguantarían el paso del tiempo y se incrustarían en nuestras conciencias y cerebros en símbolos  casi indelebles.
De esos primeros  años vienen algunos prejuicios de mi  conciencia posterior, como aquel que me apareció acerca de la maldad  de los judíos  porque en los pasos de las procesiones de semana santa ellos tenían cara de perversos cuando clavaban a Cristo en la cruz o ese otro de que los castigo corporales limpiaban las faltas cometidas como lo acreditaban los penitentes que se flagelaban entre sí en la semana santa para purificarse de los pecados.
Para borrar esas grabaciones de mi disco mental duro en realidad tuve que hacer grandes esfuerzos en épocas posteriores vitales y a veces me queda la duda si lo logre del todo.
A esas experiencias conceptuales que navegaban en otros mundos, cielos e infiernos se unieron los conocimientos adquiridos en la escuela donde los rudimentos del saber natural empezaron a juntarse con Pinocho, la bella durmiente, Caperucita Roja y el lobo feroz que ya me habían imbuido valores humanos en sus relatos.
 El mapa de Colombia con su Bogotá capital lejana, sus océanos, Santander y Bolívar complicaron el tablero histórico y geográfico  donde se escribían las creencias.   La aritmética elemental introdujo los símbolos.
Se mencionaban a los siete años las ciencias sociales, las ciencias naturales, la religión, la historia.
Todo se recitaba y memorizaba. Los análisis y dudas no existieron para nosotros en la escuela primaria y las palmas de aplauso  eran para los recitadores  que no cuestionaban.
Predominaban en las ideas infantiles las verdades incuestionables y los dogmas.
 La creatividad tendía a volar hacia las fantasías y hacia lo literario teniendo de trasfondo las leyendas bíblicas y las fabulas con sus animales con cualidades humanas como el gato con botas o Rin Rin renacuajo.
 Se  instalaron en mi neurología  dos formas de pensar:
En la primera  o intuitiva casi automática  se entronizaron  creencias  influenciadas por la tradición familiar, las ideas religiosas judeocristianas y las practicas comunitarias de diferentes etapas vitales desde el nacimiento hasta la época actual. En esta intuición ya estaban marcados mis valores morales y éticos. Su ligazón emocional es tan fuerte que predominan con frecuencia en mis pensamientos y expresiones aunque no se puedan comprobar por la racionalidad. Este pensar define lo bueno y lo malo, es más emocional  y ligado a procesos y hechos no  comprobables. Aquí esta lo sagrado, ignoto, y  el pensamiento místico que hay dentro de mí.
La segunda forma de pensar lenta, elaborada y difícil es llena de racionalidades, más creativa y deductiva pero tiene menos emociones y por ello la desprendo con  facilidad de la conciencia a veces por intuiciones y otras por negaciones sin ninguna lógica, tan solo por conveniencia.
Quizás para ser humanos necesitemos en forma inevitable la mezcla de ideas racionales y creencias ancestrales.
 La verdad es que estas últimas cada vez ceden mayor terreno a los conocimientos científicos. Pero  hay que reconocer que el motor personal de  las investigaciones esta en  esa fuerza un poco sagrada que se agazapa  entre la ignorancia,  la revelación religiosa y la tradición oral y escrita familiar, grupal y comunitaria.
Entre lo sagrado y la visión mística  del universo y la cosmovisión científica no debe existir una guerra  destructiva porque la una y otra forma de ver las cosas pueden complementarse mientras no se confundan los dogmas  religiosos con comprobaciones racionales demostrables y mientras no se pretenda poner a un ser superior personal como asesor en estudios para comprobar verdades en las ciencias objetivas naturales y biológicas.
Creo que el pensamiento intuitivo rápido facilita la supervivencia, y la reproducción en el ámbito biológico y la trasmisión de valores humanos entre los cuales quizás los más importantes sean los éticos y morales.
 La racionalidad de la corteza prefrontal sin embargo debe poner su sello en todos los casos en que pueda hacerlo y esta debe ser la conjunción a buscar siempre entre el  sentimiento religioso y el  científico.
Se podría postular que lo sagrado o desconocido cede terrenos  con el avance de la ciencia y la tecnología aunque es posible que si desaparecieran todos los misterios y preguntas en el hombre del futuro quizás perdería su humanismo para volverse un robot  y esto mismo podría ser el final de la especie humana como tal para conformar un ciberpersona diferente a lo que ahora nos caracteriza.
Por esta razón la existencia de un ser sobrenatural siempre permanecerá como posible mientras lo humano sea.
Otra cosa diferente es la persistencia de las religiones y sus cultos,  con sus dioses antropomorfos con relaciones personales  con cada uno  de nosotros. Ellas sí podrían dejar de existir y de hecho miles de ellas han desaparecido cambiándose por otras a medida que el conocimiento humano las considera incompatibles con el momento correspondiente. Piénsese en los animismos o en aquellos tiempos en donde el sol y la luna o la tierra eran los dioses o  en los dioses griegos y romanos o persas que se  trasformaron en Ala, Jesucristo o Zoroastro.
El afán de incorporar la ciencia, la tecnología y los nuevos planteamientos cognitivos  a las creencias religiosas es una de las grandes necesidades  del mundo moderno y estoy convencido que la religiosidad sobrevivirá si puede incorporar los nuevos conocimientos presentes.
La evolución y selección naturales han puesto las primeras ideas para responder las preguntas inmensas ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?
¡Que son de mucha importancia en cualquier creencia humana!

  

sábado, 29 de noviembre de 2014

Paradigmas y vivencias

¿Cuál sería el motor de   los pensamientos y acciones del primer hombre que tuvo raciocinios elementales y cuales las diferencias en ideas y acciones entre ese cavernícola  con  30000 o más  años de haber vivido, si lo comparáramos  con el actuar y pensar humano  del siglo XXI y el  año  2014?
Es posible y probable  que su comunicación fuera gestual con  poco lenguaje al igual que lo podemos observar en algunos primates cercanos a nuestra especie como los bonobos  y chimpancés y  en contemporáneos  nuestros  del viaje  existencial que sufren  retardo mental con dificultades para la expresión oral. Sus afanes y preocupaciones en los momentos en que ocurrieron las mutaciones que trasformaron   el animal en homínido  eran  similares a las que observamos en las especies mamíferas actuales. Fluctuarían entre sobrevivir, hasta los 30 años si eran afortunados, crecer, reproducirse y morir.

. Esos protohombres  cambiarían bajo la normatividad  evolutiva natural  de la vida y de su selección natural. En ese momento las singularidades  no pesarían  en forma notoria  como lo atestiguan   los microbios actuales y la infinidad de especies  eucariotas  como  los  insectos, crustáceos, marsupiales, cetáceos etc.
 En lo vivo incluyendo plantas y animales las singularidades se observan más  cuando suben los grados de complejidad existencial. Ellas  existen si las medimos y comparamos  como lo hacemos los   seres humanos. Las unicidades  que  hacen a los mamíferos, los primates y las  personas  podrían explicarse en un futuro no lejano  con bases científicas cuánticas.
Es probable que la metamorfosis entre la  especie homínida y el homo sapiens haya tomado miles de años desde  el  momento en que todo era biología. La cultura nos diferenció para roturarnos como  humanos después de una mutación afortunada y única.
 Bajamos de los árboles, dejamos de columpiarnos entre ramas y empezamos a caminar erguidos, a vestirnos y a utilizar símbolos primero orales y luego escritos para comunicarnos.  Se materializó la mente y la conciencia y  el sistema nervioso empezó a ser el agente ejecutor o gerente y garante de nuestro humanismo.
¿Qué acontecimiento produjo el  cambio? La especulación científica  dice que se explicaría  por la evolución natural. El azar a largo plazo modeló los procesos a través de mutaciones genéticas, muchas de las cuales no sirvieron, pero algunas terminaron agrandando el cerebro  y a través  de sinapsis neuronales que ocurren por millones, terminaron humanizando ese protohombre animal  prehistórico  para que  produjera ideas y tuviera creatividad.  Hace unos 40000 años  nacieron el arte y las actividades que diferencian el ingenio humano. Lo prueban las pinturas halladas  en cuevas prehistóricas.
¿Quinientos mil, cuatrocientos mil, cien mil años se necesitaron para humanizarnos?.  Nadie lo puede precisar hasta  ahora.  Sabemos que   lo bio-humano   fue evolucionando  en forma paulatina, aunque en ocasiones las mutaciones se aceleraron. Muchos de los cambios genéticos hereditarios  ocurrieron por el método de prueba y error como lo sugieren el 10% a 20% de abortos naturales. La funcionalidad de los órganos corporales  alterada por mutaciones en los genes impide  la  existencia  al salir de la matriz generadora. En un 50% de los abortos espontáneos se encuentran alteraciones mutantes en el genoma.
 Salta una observación que  nos debemos hacer para buscar el bienestar y la felicidad, aquí y ahora, con los que nos rodean y con los que navegamos en la barca existencial.
 ¿De qué sirve el  pasado millonario en años antes de nuestra experiencia al nacer y de que servirán al igual las eternidades después de morir? Un silencio lleno de emociones y con poca racionalidad rodea estas preguntas.
 Las cifras de mortalidad perinatal persisten    altas  a pesar de nuestras civilizaciones avanzadas y de las  tecnologías  mejoradas  en la atención de los fetos y recién nacidos humanos porque un porcentaje de ella es debida a mecanismos  de la selección natural que escoge lo que ha de vivir y lo que debe descartarse en biología.
Hubo un momento en la prehistoria, sin lugar a dudas, en que dejamos de ser solo animales y empezamos a ser humanos. Desde ese   instante la cultura empujó  la evolución natural para cambiarle el ritmo a nuestras vidas. Y empezamos a ser creativos e imaginativos y al mismo tiempo a manejar mitos y leyendas para tratar de llenar los  años antes y después de existir.
En el  instante precultural  había que reforzar todo lo conveniente para que se cumplieran los mandamientos  no legislados evolutivos naturales.
  1.     Nacer
  2.    Crecer
  3.    Reproducirse
  4.     Morir

Al iniciar su actuación  la mente y conciencia primitiva, que se dieron como mecanismo evolutivo y selectivo  habilitaron en una forma imaginativa y pragmática la vida prenatal y potmortem. Con el pasado nada se podía hacer  porque ya era, pero el futuro desconocido se  pobló de miles de especulaciones y de cábalas y aparecieron miles de leyendas, mitos y especulaciones  que  persisten para explicar el ayer y el futuro. Tal como nosotros morimos habría seres inmortales que vivirían en  mundos infinitos y eternos. Como la fealdad   era una característica de algunos  humanos necesitábamos seres omnipotentes, omniscientes  y llenos de belleza que vivieran en otros mundos y que fueran modelos para que pudieran normalizarnos y dirigirnos en las vidas temporales. 
Las otras especies animales desaparecen  al morir. Y aunque los primates y los perros tienen culturas mínimas, hasta ahora no reclaman para ellos ni paraísos ni edenes.
  Nuestra mente y conciencia primitiva humana habrían encontrado una forma de eludir la muerte fabricando edenes y paraísos al igual que lugares de castigo eternos en donde se haría justicia de las desigualdades e iniquidades que presenciamos a diario en el cotidiano vivir. Las divinidades tendrían su razón de ser en la creación humana y de allí las múltiples versiones que se dan del comienzo del mundo incluido en ellas los tiempos necesarios para ejecutarlas.
Con  postulados programados en la conciencia humana paleolítica y cavernaria surgidos de la admiración ante lo desconocido se mezclaron nuestros deseos de inmortalidad y eternidad para fabricar  creencias incrustadas en  mentes y células del arcaico  sistema nervioso  prehistórico para  aceptar una vida después de la muerte y  con ella los premios y castigos según se ajustara lo vivido y  a las costumbres de los sitios, donde por azar, nos tocó vivir.
Las manadas de hombres primitivos se regaron por el planeta tierra en grupos pequeños de máximo 30 o 40 personas y vivieron de estas formas hasta hace unos 10.000 años. En  la prehistoria  las creencias no estaban reglamentadas y al parecer predominaban las diosas sobre los dioses en los primitivos credos  diversificados y diferentes  El animismo y sus tótems fueron los dogmas iniciales.
El periodo neolítico inicial que coincidió  con la iniciación de la agricultura exigió erigir asentamientos humanos  numerosos.  Se fundaron  aldeas y  pequeñas ciudades y al hacerlo se volvió un imperativo establecer reglas para las relaciones humanas y definir quien las implementaría y haría cumplir.
Ur, Damasco, Babilonia, Jerusalén serían unos de los primeros asentamientos comunitarios y no es casual que de esos contornos hayan surgido las religiones cristianas, islámicas y judías mayoritarias e imprescindibles en la vida del mundo occidental.
 Del jefe de la tribu o manada que gobernaba por la capacidad física que tuviera se pasó a buscar  otro que fuera capaz de convencer con argumentos de cohesión y fuerza a los otros.
Aparecieron entonces los gobernantes y monarcas que desde un principio tuvieron el visto bueno de los dioses y algunas veces hasta genes de ellos.
Desde el inicio de las civilizaciones y culturas lo sobrenatural protege las actuaciones de los gobernantes y ellas siempre expresan los deseos de los dioses  pero al mismo tiempo satisfacen los deseos de los monarcas y reyes imperantes.
La historia humana escrita tiene menos de cinco mil años y puede empezar a comprobarse desde los primeros mensajes de signos gráficos   cuneiformes encontrados en Ur.
La prehistoria  se vuelve ciencia y se  comprueba a través de los hallazgos fósiles y de los estudios en genomas de diferentes animales y de seres humanos. Hace unos 50000 años los cavernícolas trogloditas empezaron a adornar sus cuevas con pinturas rupestres, las primeras obras de arte humano, y hace unos 25000 años se extinguieron los humanoides Neandertales que  dejaron unos cuantos de sus genes, en nuestros genomas como se pudo determinar en la última década del siglo XX.
 Se conoce que hay muchos prototipos humanoides (unos 30) al lado de los Cromañones que parece ser el grupo antecesor nuestro directo es decir de donde vienen nuestros tatarabuelos y su parentela.
El proto Adán y la proto Eva según investigaciones fósiles y genéticas habrían nacido en África  hace unos 150000 años atrás  para terminar en la última versión del Homo Sapiens Sapiens, el sofisticado y culturizado hombre o mujer de este año  2014.
Desde hace diez mil años las culturas y civilizaciones se han diversificado tanto que ya contamos con 7 mil millones  de humanos vivos y 107 mil millones de muertos.
 Hasta ahora miles de aldeas y ciudades se han edificado y  han desaparecido, miles de creencias, religiones y gobiernos se han ideado cada una de ellas con sus propios códigos, mandamientos y rituales y una gran cantidad de ellas ni se mencionan ya,  todo ello para que la evolución natural y las culturas de la mano puedan seguir administrándonos la hermosa pero arriesgada tarea de vivir con sentido o sea con humanismo.
Al igual que estamos rodeados de humanos que fueron y ya no son, por todas partes yacen restos de ciudades, asentamientos y credos que desaparecieron o se trasformaron en otros con el raudo paso del tiempo  en nuestras mediciones históricas. Está medida del tiempo se vuelve nebulosa y esquiva cuando hablamos de eones como lo hacemos en la prehistoria.
Mientras las ballenas aun alimentan a sus ballenatos como lo hacían hace 20 millones de años  y los castores construyen sus represas como lo hacían en la prehistoria los humanos podemos sacar adelante prematuros que hace 100 años se morían y podemos evitar que sus cerebros, mentes y conciencia sufran daños irreparables. La ciencia  no tiene ni puede tener más años de los que tienen las primeras civilizaciones y asentamientos humanos.
La ciencia inexistente en la prehistoria sin humanismo  esta hoy dando respuestas a muchos enigmas vivenciales  y es claro que a veces se mezcle con el mito y las creencias primitivas a las cuales combate y a las que en un momento dado les reemplaza sus postulados y paradigmas para que aparezcan otros   mitos ¡como las conciencias no personales que se esgrimen ahora en lo que se ha dado en llamar la  espiritualidad no religiosa!  
Hace diez mil y más años  la fortaleza física, la capacidad de ataque y de defensa biológicas eran los mecanismos sociales utilizados para imponernos respeto. En  protohistorias prehistóricas no había mucha diferencia en como surgen los líderes y gobernantes entre los animales y los hombres cavernícolas.
 Hasta el momento cuando se afinaron nuestros órganos de los sentidos y nuestra corporalidad, con objetos extracorpóreos  algunos animales  veían  mejor que los humanos como  lo atestiguan las águilas, antes de que aparecieran los lentes, microscopios y telescopios, oían gamas de sonidos que los hombres no podemos escuchar como  algunas aves,  olían a grandes distancias los alimentos como lo hacen las ratas, los gatos y los perros y se movilizaban  con más rapidez los felinos y tiburones.
Por la ciencia ahora superamos los movimientos de las otras especies con aviones submarinos, misiles y carros.  
Desde  hace 10000 años  hasta la revolución industrial entre 1700 y 1800 a.c  la tenencia de la tierra y la capacidad de acumulación de  dinero marcaban la ruta  hacia la estabilidad y el bienestar humanos.
Con el inicio de la revolución industrial la inventiva y creatividad se volvieron necesarias para el logro de comunidades prosperas.
En el siglo veinte la necesidad del conocimiento científico cada vez se volvió más importante e imprescindible y en los últimos 200 años los planteamientos existenciales  sobre el planeta  que hasta ese momento tenían fundamentos  de predominancia metafísica empezaron a ser reemplazados   por las leyes newtonianas para explicar el cosmos. En el siglo XX vendrían las explicaciones de la física cuántica para el microcosmos o mundo solo detectable a través del microscopio,  como el de las células y microbios, y del macrocosmos  que se aprecia a través de telescopios cada vez más potentes y  sofisticados que nos dejan  ver mundos de millones de estrellas y galaxias en un universo sin límites, ni tiempo medible.
La  nueva visión de los entornos que rodean a los humanos no la hemos asimilado en nuestras conciencias y casi el 100% de mortales humanos vivimos y morimos haciendo mezclas filosófico científicas de los datos del ayer mayor de 200 años con las pruebas científicas solidas que  nos muestran por qué  nacimos, como crecemos y  descubren día a día los principios repetibles de la razón de ser de  las cosas y los movimientos que rodean el ciclo vital.
Sabemos que lo incomprensible y desconocido  es mucho mayor que lo que conocemos y que la ciencia es falible y ha mostrado a veces grandes equivocaciones. Debemos ser humildes ante  incomprensiones del porqué  de nuestro mundo pero esa misma mirada sagrada hacia lo que no podemos  responder debe hacernos pensar que no podemos explicar lo que no entendemos con lo que no entendemos o sea con la metafísica,  porque  dicho circulo vicioso  prolonga  la ignorancia que tenemos de la razón de ser de las cosas. Cuando se da una respuesta no científica de los fenómenos que ocurren,  la posibilidad de equivocarnos  se potencia y hay que estar vigilantes.
Es mejor fabricar nuevos mitos basados en los hallazgos científicos como podría decirse del comienzo de nuestro universo con el Big Bang que aseverar ideas arcaicas provenientes de civilizaciones pastoriles como lo es fabricar un humano con barro mediante la acción de alguien que tiene unos poderes que son desconocidos entre los mortales animales racionales.
 En el relato  que explica el inicio del universo con el Big Bang hay experimentos que pueden repetirse como son ciertos  isotopos que se espera que aparezcan y lo hicieron cuando se replicaron  las condiciones  físicas de   dicho momento.
 El mito ayudado a construir con ayuda científica  tiene pedazos comprobables y repetibles al contrario de lo que pasa con las leyendas creacionistas  ancestrales en donde las mil variaciones sobre el comienzo del universo no tienen ningún gancho que las ligue al campo experimental y por lo general utilizan elementos locales   autóctonos   en cada una de las civilizaciones que las inventan.
En el mundo moderno todas las  leyendas explicadoras de las dos grandes preguntas: ¿De dónde venimos y que pasa después de la muerte? se han entretejido unas con otras para protegerse con una espiritualidad etérea que rehúye la materialidad y las religiones para terminar en una metafísica que por lo general solo produce beneficios económicos a sus propulsores y predicadores.
La verdad es que hasta el momento nadie puede contestar estas preguntas en forma contundente. Solo la ciencia lo plantea en  forma de duda  porque las otras respuestas fallan al negar que son muchas las preguntas y muy pocas los aciertos comprobados. La verdad con visos de absoluta se vuelve dogma y bajo sus pliegues escampan la intolerancia  y la violencia cultural.
Desde la prehistoria hasta hoy en día las miles de formas de mirar el pasado y el futuro han obligado a los humanos a vivir bajo un credo  más fuerte que todos los raciocinios.
Aunque con frecuencia, manifestemos que estamos bajo la tutela de nuestra mente e inteligencia  nuestras creencias pasan por encima de la lógica y el raciocinio para llevarnos a la acción y al manejo de nuestras relaciones humanas.
 Si lo racional  manejara las ideas y proyectos, con más fuerza que las creencias, no tengo dudas de que la luz buscadora de verdades seria la ciencia y sus métodos.
 Pero las cosas no ocurren  así y en  el mundo priman los conocimientos incuestionables, esotéricos y míticos que manejan dogmas. Es un pecado o un delito dudar y preguntar  en los diferentes lugares y culturas. Prima el pensamiento  ilógico en  lo desconocido llamado sagrado y misterioso. Los milagros profecías y clarividencias son el material de primera mano para preguntas no contestadas por la ciencia que es la única que admite que se equivoca y está dispuesta a autocorregirse.
Piénsese a través de la historia en  las guerras religiosas e ideológicas que ha habido y el aniquilamiento de comunidades enteras por pensar en forma diferente  cuando se ponían en contacto con planteamientos distintos de otras culturas y clanes como sucedió en las cruzadas, la santa inquisición, el problema de los cataros, los campos de concentración nazis, la conquista de África, las esclavitudes impuestas a nombre de superioridades raciales o culturales  y el sometimiento a sangre y fuego para  los nativos que poblaban el continente americano.
El servilismo  obligatorio en que las mujeres han sido mantenidas a través de siglos y la homofobia son otras pruebas fehacientes de que no son  la lógica y razón quienes mantienen unidos el actuar y pensar humano.
Las prácticas anteriores se han llevado a cabo con el aval de creencias dogmáticas en el pasado histórico.
El  estado Islámico   quiere meternos  por la fuerza y el terror en el paraíso musulmán. La ciencia y la democracia, con sus defectos, son  nuestros idealismos y   mitos  a donde queremos algún día llegar en una controversia permanente de pruebas y errores que permiten correcciones y respetan la vida humana por sobre todas las cosas.
Las formas de pensar que irrespetan la biología de las especies terminan en debacles llámense narcotráfico, reinos de dioses, infiernos satánicos o superioridades raciales.
Se ha podido comprobar en forma contundente que la vida es el bien común innegable  Lo que se haga humanamente, debe girar en sus orbitas, siempre recordando que  con los datos actuales comprobados  lo único que podemos llamar vivo es lo que se muere. La muerte debe ser definitoria de lo que reconocemos como viviente.
 Hasta ahora lo inmortal no se debe incluir  en el pensar y actuar humano. Los microbios que no veo, sin tecnología  y los universos que no palpo y siento con mis sentidos  son más posibles y probables   que los dioses o ángeles que los precedieron como explicatorios  de la razón de ser y estar aquí  vivos.
El telescopio y el microscopio me han alargado los sentidos y me sugieren olvidar respuestas explicatorios del ser y del vivir aceptables en épocas pasadas.
 Mi tolerancia permite el que otras personas y culturas crean   las visiones metafísicas que les convengan  mientras ellas no actúen contra  lo viviente amoroso, emotivo, bello y hermoso de la corta existencia humana anclada en la cultura y  la biología contemporáneas.
La tolerancia será la gran virtud humanista  de este siglo. Debe darse en nichos ecológicos llenos de biología y cultura sin confundir esta última con las tradiciones o los credos  que permitieron la sobrevivencia en épocas donde no había argumentos suficientes para concatenar conocimientos y adherirlos a valores éticos y morales sin salirse del planeta tierra.
 Solo con las explicaciones de las  físicas cuántica y newtoniana, la química, la biología todas  embadurnadas  por la magia del amor terrenal lleno de problemas y equivocaciones, pero suave y dulce como las artes que lo pintan irisado de múltiples colores y formas, podremos sentirnos bien  con momentos felices en esta búsqueda de significado vivencial temporal.
 No podemos admitir  que nuestra impotencia explicativa se contente con juicios morales arcaicos  como se hacían  cuando estábamos en manos  de dioses y demonios  superiores a nosotros.
El rayo  de la tempestad  se explicaba por ira de santos y de dioses. Hoy se entiende como causado por  fenómenos eléctricos. El sol ayer era adorado como  dios  y hoy es la fuente de energía  para los seres vivos.Las pestes no son castigos por pecados contra los mandamientos imperantes si no manifestaciones de la vida microbiana en los humanos. Un sinnúmero de explicaciones científicas cambian.
 Hoy  la  ciencia  reconoce que no todo tiene causa como lo sugieren los procesos evolutivos naturales que ocurren en eones de tiempo pero pueden  demostrarse y probarse.
Puede comprobarse que las civilizaciones y grupos humanos han buscado en etapas iniciales causalidades metafísicas míticas para sus razones de ser y de vivir pero   han ido cambiando estas causas por  fenómenos  físicos, químicos y biológicos corroborando hipótesis con  investigaciones científicas y tecnológicas.
 Cada momento de cambio  va acompañado de una resistencia personal y grupal  a abandonar mitos, leyendas, supersticiones que en formas simplistas dan explicaciones que quieren evitar preguntas cuyas respuestas,  hoy en día, se ignoran y  exigen trabajos grandes para resolverlas con el peligro de que se necesiten tiempos más  largos que la duración  de una vida entera para contestarlas.


La Ola




Si alguien me acaricia
Que sea como la ola
Con un beso y abrazo
Me  suba en su vaivén.
La que roce mi piel
Imite las  mareas
Cada vez que se mueva entre mis playas
Sea  distinta pero siempre  igual.

Mi vida y mis poemas
Son olas son espumas
Sobre un  sin fin azul
En el barco que pasa
Viajo pleno
En el pez que se escapa
Me repito
Si se calla la mar
Le doy un grito
Y a pesar de tormentas
Sigo mi  navegar.

Cuando tomo un  camino
Una voz me recuerda
Que llevo adentro un mar
A donde llegan  risas,  por arterias y venas.
Siento días y noches
El  baile  de las olas.
Sueño que al pez volátil
Le queda un escondrijo
Riomar que lo arrulle
En su vida y destino.

Al final como humano.
Me secaré la sal
Entre los vericuetos y meandros
Soltaré  mi destino
A la profundidad del mar.