humberto rey v

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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Se notaria.. lo natural

Casimiro Cienfuegos había sido un estudiante notable aunque melindroso en las aulas universitarias. Al graduarse de abogado su familia con influencias políticas le había facilitado apropiarse  del notariado ( escriba antiguo) de una  pequeña ciudad. Desde entonces sus traviesos  ojitos dejaron de brillar con la legalidad de los códigos para hacerlo con los pesos que caían por montones a sus arcas cada vez más llenas de billetes  y cheques.
Con  dinero y poder quiso volverse un Don Juan Tenorio a su manera, aunque su cara  mostrara  falta de gracia y donosura y sus gestos, un poco felinos,  dejaran ver una ambición desmedida.
 Raquel Galindo, una bella modista que pasaba todos los días por sus predios notariales,  fue el primer blanco en el que hizo diana su Cupido, con tan buena puntería que a los nueve meses ya lloraba un Galindo entre sus brazos al que poco después las normas legales notariales que el mismo enfatizaba le obligaron a apellidarlo Cienfuegos. Por supuesto que sus  finanzas, a pesar del oficio que ejercía se  resintieron. Para colmo de males Raquelita, a la que miraba como su gran conquista le comunicó que se iba con su Cien fueguitos a prender otros fogones, porque estaba enamorada de alguien insignificante,  que le daba  la talla a sus pretensiones, veleidades y caprichos.
Algo se dolió Casimiro después de oírla, pero haciendo honor a su apellido, volvió a prender la mecha del amor y  esta vez la conquista fue Angelita quien por sus cualidades y curvas hacia honor al grupo de querubines y serafines de donde parecía provenir. Vivieron un romance paradisiaco, y con la llegada de los años  el feliz funcionario creía que ahora si todo marchaba sobre rieles porque entre los dos amoríos él había tratado de colocar  prevenciones de salud  para que nada desagradable volviera a empañar la lírica de sus eróticos momentos.
Ángela salida de una corte celestial, llenó  de risas y canciones sus paseos por Europa y entusiasmaron, entre ambos, audiencias regionales con sus narraciones que parecían salidas de Scherezada en las mil y una noches.
 Viajaron en derroche de dineros y caricias hasta los calurosos desiertos africanos en donde de varias formas declararon sus emociones  y robustecieron sus pasiones entre besos llenos de arenas, siempre guiados por hombres con turbantes bereberes.
Pasaron  cinco  años y Casimiro se enamoraba cada vez  más. Le rogó  que se fueran a vivir juntos, para que la rutina pusiera sus huellas sobre los sentimientos fuertes.  Ella quiso en medio de su acaramelamiento darle una emoción fuerte  y se lo manifestó en una fiesta de amigos. ¡Estoy embarazada Casimiro Cienfuegos!  Este heredero  nos dará más calor que el que irradia tu apellido y no habrá rescoldos ni cenizas porque la nueva vida que los dos hicimos nos verá envejecer llenos de caricias y fidelidades.
Casimiro vivió toda la vida al lado de ella y ahora a sus setenta y cinco años él se siente orgulloso de ese hombre que el formó y educó.
 El funcionario sabe que Casimirito no tiene sus genes.  Se hizo la vasectomía poco tiempo después que Raquelita le quitara la mitad de su fortuna gracias a el hijo que esperaba y que se fue con ella.
 Ahora el notario se asegura  para que nadie se confunda y herede su fortuna  su hijo adoptado amado, cuando él  muera, porque la inexorable biología, gústenos o no, solo se hilvana entre genomas y a veces se olvida de Angelitas y cortes celestiales.
Solo usted amable lector puede decidir si este hijo es natural, como despectivamente los llamaban antes, o es no natural como se puede comprobar ahora con una prueba imbatible  del genoma para proporcionarle el respeto que se merece todo niño.