Se podría definir la conciencia humana como esa cualidad por la cual los seres vivos
sienten su existencia, planifican, delimitan su ambiente, diferencian su
interior de lo externo y saben que nacieron, crecieron y que algún día morirán.
La conciencia como tal es inherente a las especies vivientes
superiores como los mamíferos, primates y los humanos. Los microorganismos que
buscan sus nutrientes o las amebas que reaccionan con movimientos cuando se
colocan en una platina caliente podrían tener rudimentarias conciencias para
sobrevivir y reproducirse.
La plenitud de conciencia que perece al morir, con su parte
de libre albedrio y planeación es una característica humana bien conocida con varios interrogantes
aún desconocidos sobre su constitución y formación.
Pero su existencia en una forma dual, es decir
corporal y extracorporal como algunos pensadores la suponen va en contra de la
explicación científica del mundo y favorece las interpretaciones esotéricas,
míticas, metafísicas y religiosas de la vida y cada vez pierde más piso dentro de los nuevos hallazgos del
conocimiento razonable.
Los animales, que
actúan instintivamente, no planifican. Para ello necesitarían libre albedrio
para escoger entre varias opciones. Algunos de ellos como los perros, los
caballos y los monos tienen grados
incipientes de conciencia y planificación.
En este año 2014 el premio Nobel de medicina les fue otorgado
a los descubridores en el sistema nervioso humano de las células nerviosas que permiten orientarnos y situarnos en nuestro
ambiente (como lo hace el GPS de los carros) y que por lo tanto son una parte importante de la conciencia que se
pierde con la aparición de un coma como el diabético por ejemplo o en la
enfermedad de Alzheimer donde por la falta de controles temporo espaciales neuronales cada vez nos adentramos más en una vida
vegetativa automática biológica mientras se deterioran las funciones de
recordar, pensar, crear que nos caracterizan como personas.
El GPS es una
tecnología que correlaciona tiempo y espacio. Necesita para funcionar una
mecánica cuántica.
Los órganos de los sentidos y ahora sus prolongaciones tecnológicas
como microscopios, telescopios medidores de cualidades como las basculas y
metros son indispensables para que se dé la conciencia plena en los seres humanos.
El olfato en las ratas en los conejos en los gatos y perros
está mucho más desarrollado que en los primates y hombres, en ellos es
primordial para que la conciencie actué. Parece por evidencias que el sentido
del olfato es la conexión más antigua de las especies animales con el ambiente
que los rodea.
En los humanos la visión se ha agudizado más como método de
conexión de nuestro interior con los otros seres vivientes y los objetos.
Las personas necesitan los cinco sentidos: olfato, tacto,
gusto, audición y visión para percibir y ejecutar acciones en el mundo que los rodea. La memoria y la corteza prefrontal y las millones de asociaciones neuronales completarán su cometido para permitirnos unir
lo exterior y lo interior de nuestras vivencias para planificar e integrar
vivencias.
La conciencia permite
la aparición de otros conceptos como el de mente, alma y espiritualidad.
En el coma clínico causado por un trauma infección,
intoxicación severa o enfermedad hay una
pérdida total de la conciencia.
En los estados
neurovegetativos hay una perdida grande de ella, como se aprecia en las
demencias.
En algunos casos se
presentan perdidas transitorias o leves de ella como en las anestesias o intoxicaciones leves por drogas.
La embriaguez produce pérdida
gradual de la conciencia y de una desorientación temporo espacial puede
llegarse hasta el coma profundo sin que sea posible restaurar la conciencia. El
alcohol es una de las drogas estimulantes como lo son la morfina y la cocaína y
por supuesto la heroína.
La conciencia solo puede observarse en seres vivos. Es imposible desligarla de lo vivo que a su vez es inseparable de la muerte.
Por ello no me cabe en la cabeza una Conciencia
independiente, desligada del cuerpo e inmortal como la proponen algunos
pensadores como Deepak Chopra.
Hasta 1859 antes de que se publicara El origen de las
especies, casi todo el mundo estaba de
acuerdo en que habíamos sido creados por fuerzas superiores llamadas divinidades y que nuestro
papel en este mundo era temporal y sin mucha significancia terrenal porque solo
estábamos haciendo méritos para otras dimensiones temporo espaciales.
Después de Darwin y su evolución de las especies hay evidencia científica que muestra cómo
cambian en forma natural los
seres vivos por los mecanismos de la selección natural.
La necesidad de una creación
como fue postulada por varias leyendas en las diferentes culturas y
civilizaciones pierde fuerza con estas explicaciones.
La metafísica pasa de
una posición privilegiada en donde exigía pruebas a otras teorías que competían
con sus ideas sobre él porque estamos aquí y para donde iremos después de la
muerte a tener que demostrar que lo que ella pontifica y propone pueda tener
bases racionales, o por lo menos ser posible.
Se cuestiona ahora el
libre albedrio, en su forma total, y cada vez más la herencia y la epigenetica
explican partes de comportamientos
humanos.
La mayor parte de planeaciones y decisiones que tomamos están
ligadas a un libre albedrio innegable pero limitado por las circunstancias que rodean a
cada uno de los seres vivos y a sus conciencias.
Los mandamientos, obligatorios en todas las religiones, y con
penas hasta de muerte en algunos casos fueron dictados por hombres que querían
establecer normas de contención para nuestro cerebro de reptiles y mamíferos
antes de que aclaráramos como está conformado nuestro sistema nervioso que mezcla emociones con ideas para darnos
pensamientos y creencias indispensables para sobrevivir y manejar una agenda
social que concuerde con las otras del mismo clan y grupo.
En los siglos venideros las ideas religiosas podrán ser un
agregado a las visiones científicas del cosmos, universo y del planeta tierra y
sus especies pero nunca podrán abarcar
la vida sin pedirle primero permiso a las ciencias biológicas con su evolución
y selección natural.
Esta forma de actuar es lo contrario de lo que hasta hace 200
años se hacía supeditando cualquier pensar a dogmas no reproducibles en forma
experimental.
Que se den todo tipo
de ideas está bien pero se priorizan las
racionales sobre cualquier otra.
La visión poética,
filosófica, esotérica y religiosa tienen que consultar primero a las ciencias y
no como ocurría antes en muchos
planteamientos que los postulados metafísicos tenían prelación sobre lo
comprobado y corroborado.
Se podría aseverar que
Charles Darwin propuso la obligatoriedad
de consultar primero lo científico vital antes de entrar en materias éticas,
morales, filosóficas y teológicas cambiando el orden de categorías prioritarias
del pensamiento humano y de las trascendencias y valores que desde siempre ha
postulado nuestra especie homínida.
El humanismo que propone la teoría de la evolución está
sustentado en una espiritualidad y en un alma mortal.
Su implementación favorece la sociabilidad, el servicio a los
otros hombres y el respeto a la vida en general como los pilares en donde se
deben educar las nuevas generaciones.
Somos unos animales
pensantes y sociales y ahí deben colocarse las baterías que enfaticen nuestras
responsabilidades, sin negar los instintos, pero permitiendo que la
racionalidad los controle para el bienestar de los que están viviendo en
nuestras comunidades y epocas.
El borrar paulatino lo
metafísico con sus normas no discutibles, explica la gran crisis que existe en
las definiciones de lo humano y en los valores imprescindibles para poder tener
una vida social que tranquilice y produzca momentos de satisfacción y felicidad.
Quizás cuando alejemos de nuestras conciencias los paraísos y castigos eternos, cuando los
dioses se vayan y nos dejen solos a los humanos podremos encontrar valores que
nos hagan querer más el animal que llevamos dentro y que las explicaciones metafísicas tratan de tapar
con vidas futuras imaginarias que hasta ahora nadie ha podido verificar como si
se ha hecho con la identificación completa de genomas y la activación de genes
según los nichos ecológicos en los que ellos actúen.
Se podría pensar en una filosofía y religión cuyo mandamiento
primordial sea la defensa de todo lo vivo tratando de buscar un equilibrio
entre lo mínimo requerido para la
existencia y lo máximo permitido para no lesionar otras formas de vida.
De este mandato
sometido al vaivén de la duda, se derivaría una ética y una moral basada en
premisas verificables y con
posibilidades de cambio a medida que se precisen planteamientos como
verdaderos.
La verdad entre los
hombres, es relativa y está sujeta a los cambios de la evolución natural bajo
la modulación fuerte que proporciona la cultura milenaria cada vez más
dependiente de la ciencia y de la tecnología.
Mientras que los cambios evolutivos y su historia se escribe
en millones de años la historia cultural, por mucho que queramos alargarla, no
sobrepasa cien mil años.
La interacción entre evolución y cultura no llega a treinta
mil años.
La capacidad de que ocurran cambios debe estar presente en los modelos de
convivencia humana.
Las verdades que se respetarán serán aquellas comprobadas por
diferentes métodos y que beneficien a la mayor parte de seres vivos.
Hasta ahora solo la democracia en sus múltiples versiones,
con sus defectos es el tipo de gobierno que facilita ese humanismo científico
nuevo.
En otras épocas fueron necesarios los monarcas y tiranos para
facilitar las sociedades pero en el
siglo XXI y hasta que aparezcan otras
circunstancias esta democracia representativa es la unica que facilita cultivar
y depurar el sentir cultural indispensable para unir biología y cultura en
la especie homínida.
Si miramos las acciones que ejecutamos diariamente observamos
que más de un 80% de ellas son obra de un piloto automático vivencial.
Nos levantamos, aseamos, bañamos y desayunamos sin necesidad
de una idea nueva. La mayor parte de estas actuaciones no necesitan ni mi libre
albedrio ni mi planeación y por lo tanto caen dentro de la ejecución
inconsciente, no diferente de la que llevan a cabo animales que
duermen, orinan, defecan y se alimentan sin pensarlo.
La conciencia humana se nota cuando empezamos a definir la
agenda diaria o cuando recordamos los ratos amorosos que ocurrieron el día
anterior y se complica cuando cavilamos el porqué del abandono del amigo. En ella se mezclan
valores, emociones e ideas y por lo tanto carece de la postura objetiva que
tratamos de lograr con el método científico, pero a pesar de todo es nuestro
contacto permanente con la realidad vivencial.
Sin darnos cuenta salimos y entramos en los comportamientos
automáticos y vivenciales a cada momento. Solo mezclando estas dos formas de pensar y actuar es que
nos humanizamos.
Daniel Kanheman define bien en su libro: Pensar rápido, pensar despacio esta permanente
conjunción del pensar automático intuitivo
primario que es más rápido al compararlo
con el pensar racional secundario, mas despacioso, menos usado, pero más
lógico, creativo y planificador.
El lóbulo prefrontal con su corteza, los núcleos basales, el
hipocampo, el cuerpo calloso y el tálamo deben estar funcionando al 100% para
que las asociaciones neuronales ocurran por millones y tengamos una plena
conciencia.
El cerebelo
si sufre lesiones alterará el
equilibrio, la medula espinal si se daña impedirá el movimiento pero sus
problemas no cambian el estado de conciencia. Las personas en silla de rueda
con sus conciencias integras, los mudos pensantes pero artistas pintores, los
ciegos y sordos pensantes son un ejemplo de disfuncionalidades corporales en
las cuales la conciencia permanece
intacta.
La conciencia se enriquece en cada momento que el sistema nervioso adquiere
una mayor cantidad de información. La educación es clave para estimular la
racionalidad y el llamado pensamiento despacioso o lógico.
En este sentido los computadores pueden estar modelando un prototipo de humano
con conocimientos superficiales y por ende con conciencias no versátiles si no
especializadas y técnicas que nos inclinarían a deshumanizarnos.
Los P C
acumulan millones de datos y a la larga la falta de información
integrada total en los sistemas nerviosos de los jóvenes repercutiría en los
raciocinios que emitirán sus cortezas cerebrales y en sus juicios sobre su
ambiente e interioridad.
Cada vez es
más clara la definición de conciencia y su forma de actuar en el sistema
nervioso pero la espiritualidad y el alma inmortales e independientes de las formas corporales y
animales se ha vuelto un imposible racional. En esos casos la fe decreta las
creencias y dogmas alejándose de la ciencia
y se contraponen los discursos de la ciencia y las religiones.
La religión
desde siempre ha querido poner en bases racionales la unión entre lo intuitivo
y lo lógico pero hay una gran dificultad en compaginar lo probable y
comprobable por investigación con las grandes preguntas existenciales de donde
salimos y para donde vamos o que pasa con nosotros después