humberto rey v

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sábado, 11 de julio de 2015

LA CULTURA HUMANA

En la niñez nos enseñaban que el hombre culto era el erudito u otra acepción de la cultura era la persona que no cometía baladronadas sociales.
Hoy en día entiendo por cultura todos aquellos conocimientos que no se adquieren desde la biología y que están ligados a los imaginarios en el lenguaje y las comunicaciones.
Antes dábamos por sentado que la única cultura posible era la humana pero hoy sabemos que muchos animales tienen sus ambientes culturales en donde expresan sus sentimientos y usan utensilios para sus rutinas vitales.
Cuando por la mañana nos miramos al espejo vemos si estamos alegres o tristes en nuestras caras y gestos. Este acto cultural lo compartimos con los chimpancés y bonobos que también se observan y ríen ante espejos pero la diferencia está en que al mirarnos nosotros pensamos que nos salen ya canas y arrugas y que en un futuro no lejano ya no podremos mirarnos más en ese espejo porque la muerte llegara al igual que llegaron las tempranas canciones de la cuna.
La biología nos da las capacidades y fuerzas para sobrevivir y para reproducirnos igual que se la proporciona a los millones de especies vivientes pero solo en los humanos la cultura es capaz de sobrepasar los mandatos evolutivos y nos envía a los terrenos del simbolismo, de la metáfora de las mentiras y verdades relativas y para algunos como los fundamentalistas,  de las absolutas para adentrarnos en el ámbito humanista sellado con la dignidad humana que nos hace sentirnos como especie privilegiada ya que es la única capaz de soslayar el futuro así sea en formas efímeras y de retrotraer el pasado para que tengamos historia y contemos con ella en la evaluación de nuestro drama y comedia vivencial.
Era fácil buscar la dignidad antes anclada en edenes remotos y suministrada por seres superiores, hoy en día la encontramos en el hecho difícil de contradecir por las evidencias de que somos la única especie viviente capaz de mirar su existencia desde épocas muy tempranas y de proyectarse a un futuro corto pero lleno de satisfacciones, risas y bellezas cotidianas.
La cultura logró la capacidad inmensa de comunicación que podemos gozar hoy y por fin entendemos que aunque nos falta mucho por entender vamos avanzando poco a poco hacia el esclarecimiento de fenómenos que  parecían brotados de la magia y el esoterismo.
Las epidemias hasta que aparecieron los microbios eran atribuidas a fuerzas obscuras o a castigos para los humanos, la vida en su polimorfismo se ha tratado de explicar en forma de leyendas desde la de Gilgamesh hasta lo que ahora se insinúa que puede venir de otras latitudes del Universo, el Big Bang reemplazó con pruebas repetibles a los días necesarios para la creación de la tierra y su polifonía de vida que se narra en los libros sagrados de las religiones.
La cultura en cada rincón de la tierra permitió amalgamar las características locales propias de cada geografía con las cosmovisiones y con los conocimientos, científicos o no, existentes para hacer llevadera la vida personal y comunitaria en las diferentes civilizaciones que irrumpieron sentidas y pensantes en ambientes peculiares de pueblos con lenguajes diferentes.
La cultura emanada de la biología a través del crecimiento del sistema nervioso y de sus órganos de los sentidos fue las que nos dio las ciencias, las religiones, las ideologías, los valores humanos de donde luego surgieron la moral y la ética, el sentido del humor, el arte y el amor y la risa.
Por eso vemos una secuencia en la adquisición de conocimientos. Primero estaba todo lo metafísico para explicar lo que no entendíamos, luego aparecen los poderes humanos con su geografía e historia, intercalados con las artes mitigadoras del duro camino de vivir y al final la ciencia poco a poco llega hasta los rincones olvidados del conocimiento y de los actos vitales  para darnos respuestas, siempre consciente de que su método es la prueba y el error y que el único dogma debe ser no aceptar dogmas ni siquiera de ella cuando de explicar el planeta tierra y la vida se trata.
En este momento se  estima que desde la prehistoria hasta nuestros días  están vivos 1,8 billones de humanos y que se han muerto unos 100 billones de humanos haciendo el  cálculo desde la aparición de los primeros Homo Sapiens hace unos 150000 años. Si uno de esos seres humanos que vivieron hace 50000 años resucitara no dudamos que explicaría los cohetes espaciales, las salas de cirugía, los teléfonos celulares y los hospitales modernos como actos mágicos de potencias desconocidas y mayor seria su asombro si pudiera siquiera imaginar la materia obscura o las energías fuertes y débiles que rigen la materia. Alguien se atrevería hasta llamar todo ello milagros. Pero estos conocimientos son el fruto de un proceso lento y dispendioso que funciona cuando vemos las maravillas logradas en todos los aspectos del bienestar de nuestra especie.
Casi todo lo que tenemos de agradable en la vida tiene su toque cultural sin que olvidemos que sus raíces son eminentemente biológicas y están asentadas en nuestra sagrada ignorancia.
La naturaleza y la cultura son el nicho ecológico de todas las personas humanas y al respetarlas y amarlas  en sus proteiformes manifestaciones estamos colocando en el altar que merece la persona humana y las comunidades sin distingo de razas.
Entre más se permita que la cultura se empape de los métodos de la ciencia es probable que más hermandad, justicia y dignidad se promueva entre los humanos.  


Línea de firma de Microsoft Office...Sábado, 11 de julio de 2015

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